lunes, 4 de febrero de 2013



Dejé plantada la semilla en mi ser, ahora te espero dulce flor a que crezcas blanca y pura.
Las noches han pasado, días han llovido, mis manos he ensuciado y te sigo esperando.
Creces despacio y mi paciencia tan imperfecta te ansia de manera desmedida. Cada día se hace agonía si no te visito aunque sea unos minutos, pues eres mi esperanza.
Alma mía aliméntame de buenas vibras, buena gente y sabiduría, cuida de esta semilla que cada día es mi prueba del porqué sigo con vida...


Hablas y no te creo, llegan a mi las palabras de todos esos hombres que conocí, amé o quise diciéndolas por meses y algunos por año: "te amo" o "SOS la mujer de mi vida", todas ellas al cabo de un tiempo no eran mas que palabras vacías y sin vida.
No creo en esas palabras porque el tiempo me demostró que sólo nublan la razón, engañan la realidad, son temporales y ciclotímicas, en un mismo día podes amar y odiar a la misma persona...
Yo prefiero quedarme en el acto y a partir de éste forjar los cimientos del verdadero amor, es algo simple pero verdadero y real. Volvernos priori y empiristas sería mejor que idealistas y estúpidamente utópicos y por pensar así hasta quizás me llamen hereje...
Un hombre infiel no puede amarte si en acto esta con otras, o te pega. No puede amarte si te maltrata o desprecia. El amor está en saber apreciar y valorar la acción cotidiana.
Dejar deslumbrarnos por el gesto y no por el ingenio de un hipócrita o inmaduro.
"Que dulce son las palabras y amargo el trago de la realidad, cuando ellas en el tiempo han dicho mucho pero se han mostrado poco"