lunes, 10 de septiembre de 2012

Me encuentro envuelta en una tormenta de ideas sin sentido ni lógica, estoy muy agotada… mis pensamientos me están ahogando, sofocando, me matan lentamente. Hacen de mi una persona apática y con letargo.
Estos pensamientos son como aftas, están en todos lados, haciéndose sentir en cada bocanada de aire fresco que tomo, me callan y mortifican demasiado…
Cuando hay dolores tan fuertes definitivamente no hay ánimos para quejarse ni para llorar, se está ahí respirando pero no viviendo, comiendo pero no creciendo, se está pero no estás…
Esa clase de dolor agota hasta la última energía de este desesperado cuerpo que hace lo que puede para mantenerse con vida.
Pienso en la muerte, en el suicidio y vuelvo al día, a lo cotidiano. La muerte en mi mente parece surgir desde una irracionalidad, desde la fantasía, como un cuento de hadas, como una película de drama, pero pueden llegar a estar tan cerca que la muerte condensa el aire, vuelve a la luz tenue, sombría y a las formas sin color ni sabor, hace de mi, este extraño, que no se reconoce en sus pensamientos. Soy la marioneta y mi pensamiento guía mis brazos y cuerpo… No estás tan lejos como piensas querida o indeseada muerte. Acompañas a todos en cada paso, esperando devorar aquello que Dios nos ha dado. Eres tan real como el latido de nuestro corazón, el suspiro y la creación. La muerte no esta tan lejos como creemos…
Luego de haber vivido y reconocido el verdadero límite entre la vida y la muerte, hoy vuelvo a verme. Aprendí que cada persona puede controlar aquello que nos hace mal, lo que quiero decirles es que podemos vivir paralelamente a aquello que nos puede llegar a destruir y si queremos, puede llegar tan lejos que  podemos llegar a morir.
La vida hay que tomarla con seriedad, pero debe haber momentos que debemos hacernos a un lado de semejante peso. Lidiar cotidianamente con lo real, nos puede llegar a matar.
Consejo, sean felices y dense el espacio de hacerlo no tomándose las cosas tan en serio.

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