Amo mi imperfección! Según el dicho dime de que te alabas y te diré de lo
que careces. Seria entonces, que no amo mi imperfección.
Condenada a la infeliz vida interna, a la dura estructura de
lo correcto, al total control de las cosas. Estoy condenada al completo
fracaso.
El dolor de saber que es lo que pasa sin saber como cambiar
el rumbo, la desgracia de presenciar el futuro, verlo llegar rápido y sin
poderlo frenar.
Demás esta decir que la angustia puede llegar a consumir
cualquier disfrute del día, por mas que sea maravilloso o simple que sea.
El encontrarse y reconocerse, es el trabajo de toda una
vida, vida que no tenemos. Definirnos…
pero como? Quien podría ser tan absoluto como para describirse? O tan objetivo?
Quien puede tirar la piedra! Somos lo que los otros ven de nosotros? Lo soy
todo eso? Y si soy varias en una, dejo de ser? Soy autentica? Una vida entera dedicándonos a algo que nunca
podremos saber o estar seguros. Somos un
momento, un latido, una inhalación de un segundo y después somos otra cosa. El
alma y la mente se encuentran encerrados y obligados a tratar de entender,
asimilar los cambios que sufre nuestro cuerpo. Nos renegamos por esa ley
internalizada que no nos deja ni un momento en paz, cuya función es desvanecer
cualquier cosa que pueda llegar a ser diferente. Martirizados por ella
abandonamos ideas, actos, proyectos, sueños y deseos. Y queremos libertad, la
buscamos por todos lados, de diferentes formas, apreciamos como único, como mágico
aquel pequeño momento que pudimos respirar. Como llegamos a eso sin definirnos?
Una vez una europea allá en el norte argentino me dijo, “uno puede distraer sus
deseos, mitigar su pasión por algo, pero eso que es parte de nosotros y que
nunca podremos definir, se encontrara siempre haciendo ruido”. Debemos aferrarnos
a eso, a ese ruido, eso somos, porque mentirnos solo nos llevara al profundo
fracaso y desilusión. “Si uno hace lo que le apasiona esta condenado al éxito”
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